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Caló: «La mayoría quería ir a trabajar»

El jefe de la CGT oficialista insistió en que el paro fue «político»; dudas de Yasky sobre su alcance real

n con el paro consumado, Antonio Caló no se movió de su libreto: lo atribuyó a motivaciones políticas e hizo foco en la adhesión de los gremios del transporte público . » Ya lo dije antes y lo repito: fue un paro político. A la gente no le dieron la posibilidad de ir a trabajar. El 80 por ciento quiso ir a trabajar y no la dejaron», aseguró.

Además, evitó medir la huelga en función de los resultados. «No estoy en Capital. No quisiera hacer una evaluación errónea», esquivó ante la consulta de LA NACION.

Caló pasó ayer todo el día en Mar del Plata, donde encabezó el segundo y último día del congreso nacional de delegados de su gremio, la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), reunido en el teatro Luz y Fuerza de esa ciudad.

Desde allí volvió a cuestionar que la huelga general se haya activado «en plena etapa de paritarias» y destacó que «casi dos millones de trabajadores» ya cerraron sus acuerdos salariales.

También el jefe de la CTA alineada con la Casa Rosada, Hugo Yasky, cuestionó el alcance «real» de la huelga. «Vi una conferencia de prensa de personajes que estaban muy exultantes y me parece que no es para tanto», dijo sobre la evaluación que por la tarde hicieron Hugo Moyano , Luis Barrionuevo y Pablo Micheli (ver aparte).

«El paro contó con la adhesión de los gremios del transporte, lo que dificultó el acceso de la gente a los lugares de trabajo, de manera que me parece que no es para festejar demasiado. Me parece que mañana (por hoy) la gente irá a trabajar normalmente», completó enseguida.

Más allá de los elogios, en declaraciones radiales Yasky advirtió que «es importante que una vez hecho el aumento salarial se suba el mínimo no imponible [del impuesto a las ganancias], así el sueldo no termina carcomido» por el gravamen.

La de Caló fue la única voz de la CGT oficialista que se escuchó ayer en público. El resto optó por el silencio. Aunque en las últimas horas en la central habían evaluado la posibilidad de difundir un «pronunciamiento» sobre la jornada (como habían hecho anteayer con un comunicado), finalmente desistieron.

«El impacto no se puede negar. Lo que hay que ver ahora es cómo nos juega a nosotros», sintetizó ante LA NACION un integrante de la mesa chica de la central.

El razonamiento responde a que las demandas que motivaron el paro son comunes a las cinco centrales obreras, más allá de su posición respecto del Gobierno.

De hecho, Caló y los suyos esperan respuestas de la Casa Rosada sobre la actualización de Ganancias, la universalización de las asignaciones familiares y un aumento para los jubilados tanto como sus pares de las CGT y la CTA opositoras.

«No hay que discutir el alcance del paro. Hay que discutir la agenda de los laburantes», dijo a LA NACION un dirigente que conoce de cerca los movimientos de la CGT de Caló.

Es a partir de la coincidencia en los reclamos que algunos en la central oficialista se ilusionan con que la contundencia del paro, que ninguno reconocerá en público, pueda acelerar las respuestas del Gobierno. Otros, menos optimistas, no vislumbran una reacción inmediata. «[El Gobierno] ya demostró muchas veces que no le gusta que le marquen los tiempos», razonó otro jefe gremial.

ACUERDO EN DUDA

Aunque el cálculo que ayer hizo Caló sobre los gremios que ya firmaron sus paritarias incluyó a los empleados de Comercio, el acuerdo entre el sindicato que lidera Armando Cavalieri y las cámaras del sector todavía no está cerrado.

Según pudo saber LA NACION, el acuerdo, que en rigor nunca llegó a firmarse, se empantanó en las últimas horas por nuevas demandas del gremio. El lunes, en medio del apuro del Gobierno por cerrar paritarias para restarle fuerza al paro, se había anunciado una suba de 27% más dos sumas fijas no remunerativas de $ 1200.

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